Por: Dra. Gillian Goddard, Endocrinóloga y autora de Hot Flash, un boletín semanal de ParentData por Emily Oster
El cerebro está lleno de receptores de estrógeno. Esto significa que, cuando el estrógeno circula en nuestra sangre, parte de él se une a esos receptores y afecta el funcionamiento de las células cerebrales. En algunos casos, sabemos exactamente cuáles son los efectos del estrógeno. En muchos más, solo tenemos una idea general de que el estrógeno está involucrado, pero no sabemos con precisión qué hace o por qué.
A lo largo de la vida de las mujeres, los niveles de estrógeno suben y bajan — tanto a corto plazo durante el ciclo menstrual, como a largo plazo a medida que pasan de la pubertad a los años reproductivos (incluyendo el embarazo y la lactancia), y luego a la perimenopausia y la menopausia. Estas fluctuaciones tienen efectos sobre cómo percibimos el mundo, nuestro estado de ánimo, la función ejecutiva y la cognición. Gran parte de lo que sabemos sobre el papel del estrógeno en el cuerpo femenino proviene de observar lo que sucede cuando falta estrógeno, como después del embarazo o durante la perimenopausia.
Durante el embarazo, los niveles de estrógeno son más altos que en cualquier otro momento. Tras el parto, los niveles caen en picada. Muchos cambios físicos acompañan esta caída, y las mujeres son muy susceptibles a cambios de ánimo en ese momento en que el estrógeno desciende. La “tristeza posparto” y la depresión posparto probablemente se desencadenan por la caída de los niveles de estrógeno.
Algunas mujeres experimentan cambios de ánimo cada mes antes de su período menstrual, cuando el estrógeno baja. Además, cada vez hay más conciencia de que las mujeres con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) presentan más síntomas en los momentos de su ciclo menstrual en que el estrógeno está bajo. La irritabilidad, la depresión y la ansiedad también son síntomas frecuentes de la perimenopausia. Una vez más, estos síntomas aparecen cuando los niveles de estrógeno descienden.
Los investigadores plantean la teoría de que el estrógeno influye en la actividad de la dopamina en el cerebro (1). Cuando el estrógeno está alto, la dopamina funciona de forma más efectiva. Cuando baja, la dopamina puede ser menos eficiente. Esta modulación de los químicos cerebrales podría explicar por qué los niveles bajos de estrógeno se asocian con cambios de ánimo.
Durante la perimenopausia, muchas mujeres se quejan de “niebla mental” y problemas de memoria. El Study of Women’s Health Across the Nation (SWAN) es un gran estudio longitudinal multicéntrico que ha seguido a participantes durante más de 20 años (2). Los investigadores encontraron que alrededor del 60 % de las mujeres reportan cambios cognitivos durante la transición perimenopáusica.
Durante mucho tiempo, estos síntomas se atribuyeron a la mala calidad del sueño, otra queja común en mujeres de mediana edad. Los sudores nocturnos interrumpen el descanso, y se sabe que dormir mal afecta la función cognitiva. Sin embargo, esto es solo parte de la historia.
Algunas participantes del estudio SWAN realizaron una serie de pruebas cognitivas en cada visita. Estas pruebas mostraron que las mujeres en perimenopausia experimentaron una disminución en la memoria y en la velocidad para realizar tareas mentales, lo que se conoce como “velocidad de procesamiento”.
La buena noticia es que los cambios cognitivos asociados con la perimenopausia no son signos tempranos de demencia. De hecho, después de completar la transición perimenopáusica, las medidas de función cognitiva se recuperan. Durante la perimenopausia, los niveles de estrógeno pueden ser volátiles e impredecibles. Dentro de unos años tras el último período menstrual, los niveles de estrógeno se estabilizan, aunque permanecen bajos. Los datos sugieren que el cerebro puede adaptarse a estos nuevos niveles bajos.
Si los síntomas cognitivos de la perimenopausia no son señales tempranas de demencia, ¿cómo se relacionan el estrógeno y la demencia? Aún no lo sabemos con certeza. Se ha demostrado que el estrógeno desempeña un papel fundamental en la regulación del metabolismo cerebral a nivel celular. Se cree que la caída de estrógeno en la menopausia reduce el metabolismo del cerebro, lo que conduce a un mal funcionamiento y a la degeneración de las células cerebrales. Con el tiempo, esta degeneración podría contribuir al desarrollo de demencia (3).
En última instancia, aún queda mucho por investigar para comprender completamente el papel del estrógeno en el cerebro femenino y cómo la caída permanente de estrógeno durante la menopausia podría conducir a la demencia en algunas mujeres. Esta investigación crítica podría abrir la puerta a nuevos avances en la prevención y tratamiento de la demencia.